El tiempo se consume lentamente. El reloj atrasa. Las agujas cansadas tardan en llegar a su destino repetido. Los rostros se alejan. Las voces se confunden y silencian. Las calles paralizan el invierno. Puertas cerradas ventanas con luces. Teléfonos con larga filas de hombres. Las primeras horas tienen uñas y dedos. El día se gasta y no queda crepúsculo mas que un despojo. Crece la perspectiva. El pensamiento radial se proyecta en direcciones arbitrarias para terminar en un recuerdo o en una zanja. Las cosas llegan con el aspecto gastado de lo que hay que dejar. Mandan los fantasmas que te habitan y crees a veces que se lee la luz que llevas dentro o que tienes como una enfermedad que se nota. José Manuel Pedregal